lunes, 4 de febrero de 2019

De ovejas y retrasos

La noticia saltó ayer a los medios y nos dejaba consternados: Un rebaño de infames ovejas guiadas por un pastor sin escrúpulos se situaban deliberadamente en un paso ferroviario y eran arrolladas por un sorprendido tren talgo, causándole daños y obligándole a detenerse con el consecuente retraso en su horario. Terrible.
Imagino a decenas de personas mirando nerviosas sus relojes, llegando tarde a sus citas, desatendiendo sus obligaciones. Operarios de Renfe (o como se llame ahora) evaluando los daños, ladeando la cabeza y calculando cuanto dinero iba a costar eso. Que si el planchista, que si repintar, que si indemnizar a los pasajeros por el retraso… buf… Decenas de personas mirando nerviosas sus relojes (¿Lo había dicho ya?) y echando vistazos fugaces por la ventanilla para admirar la carnicería del ganado que de pronto había irrumpido en sus rutinas. Alrededor de ellos unos objetos altos y esbeltos rematados con adornos verdeoscuros. Árboles les llaman algunos. ¿Qué hacen ahí? Tanto árbol y tanta hierba y ese suelo sin asfaltar que se embarra a la mínima que caen cuatro gotas de molesta lluvia. Las copas de los almendros envueltos en esa belleza blanca y rosada perfumando el aire… Y es que cualquier cosa que cambie las rutinas supone molestias y retrasos, eso es perder dinero que hay que recuperar pagando con tiempo. Y el tiempo se pierde por culpa de esas ovejas y su malvado pastor, un hombre que se lamenta cubriéndose la cara con las manos por no ver en qué se ha convertido la fuente de su escaso sustento. Ovejas muertas en las vías que no importan a nadie, por formar parte de un mundo ajeno al que pertenecen las ovejas vivas que desde el interior del tren observan la escena a través de las ventanillas, mientras miran preocupados a sus pantallas.

2 comentarios:

  1. Esta noticia tiene que ser falsa, no me creo que en pleno siglo XXI (para los del ESO, siglo 21) la gente llene reloj, todos miramos la hora en el mobil.

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    1. Piensa que estamos hablando de Badajoz... Es otro mundo. Otra cultura. Otras costumbres.

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