sábado, 27 de mayo de 2023

Fobofobia (dinosaurs in the city)

 

 


01.

Encabezando la mesa de la sala de reuniones, el candidato del partido neocentrista progresivoconservador, tenía la cabeza hundida entre las manos. Alrededor de la mesa pululaban varios expertos en temas variopintos tales como la asesoría de psicoimagen, economía trasevolutiva o el coaching nominativo; todos ellos repasando papeles agrupados en carpetas de distintos colores. Todos tenían caras de preocupación y también todos ellos hacían esfuerzos titánicos por disimularlas.

-¿Y bien? -preguntó el candidato sin levantar la vista-. ¿Siguen los sondeos siendo desfavorables?

-Bueno… Yo no diría eso -respondió el primero de los expertos-. Todo apunta a que nuestro descenso ha entrado en una fase de desaceleración que…

-Hable más claro, por favor -le interrumpió el candidato, esta vez levantando la vista y mostrando una mirada que estaba en perfecto equilibrio entre la tristeza, el cansancio y la ira-. ¿Vamos bien o mal?

-No podríamos asegurarlo en términos absolutos, señor -prosiguió el segundo experto, consciente que defendiendo a su compañero se defendía también a sí mismo-. Pero si tenemos en cuenta las últimas encuestas sobre intención de voto… Y todos sabemos que uno no puede fiarse de las encuestas ni de quienes las promueven… Podríamos decir que mal. Que no muy mal, pero mal.

-¿Y qué más puedo hacer? -exclamó el candidato saltando de la silla repentinamente y levantando los brazos como para mostrar que no ocultaba nada en las sobaqueras-. No sé a cuantos actos he asistido, a cuantos viejos sonreído y he perdido la cuenta de los niños que he besado. Allá donde voy parece que me adoren, pero a la hora de la verdad nadie parece dispuesto a votarme. Parece como si… les diese miedo.

-Creo que ha dado en la clave -dijo el asesor del principio.

-¿Como?

-Que ha dado en la clave. Seguimos basándonos en los viejos métodos políticos. Hacemos promesas, decimos que vamos a realizar aquellas obras que el ciudadano quiere, pero en el último momento el miedo se apodera de ellos y terminan votando a otras opciones.

-¿Entonces me tienen miedo?

-No a usted. Le tienen miedo al miedo.

-Eso tiene un nombre… -comenzó a decir otro de los asesores, que se había mantenido en silencio hasta ahora.

-¿Miedo al miedo?

-Eso es. Fíjese en las nuevas campañas electorales. Ya no prometen nada, ya ni siquiera cargan contra oponentes políticos. Ahora prometen acabar con problemas que ellos mismos han inventado y que ni siquiera existen.

-Recuerde los ataques indiscriminados de las bandas organizadas de jubilados -dijo el segundo asesor-. Nunca hubo testigos de ello, ni acusaciones ni detenidos, nadie jamás les vio pero todo el mundo estaba aterrorizado.

-Y aquella vez que los índices de violencia subieron hasta tal punto que se decretó toque de queda y la policía patrullaba las calles armada con lanzallamas -prosiguió el primero.

-¿Me estáis diciendo que nada de eso era real? -preguntó el candidato.

-¡Por supuesto que no! Son maniobras de distracción apoyadas por medios de comunicación afines y noticias falsas que circulan por redes sociales. Ya nadie necesita ver lo que sucede realmente en la calle si puede verlo desde su teléfono móvil; al igual que nadie tiene porqué cuestionar la verdad pudiendo aceptar la verdad de otros. Es por ese motivo que por mucho que crean en un programa político plagado de buenas intenciones, a la hora de echar la papeleta en la urna, el miedo a ser asaltados cualquier noche por un octogenario chalado con muletas, se impone. Tienen miedo a tener miedo.

-¡Fobofobia! -exclamó satisfecho el asesor callado de antes.

-Entonces solo tenemos que asustarles -dijo no muy convencido el candidato-. ¿No es así? Inventamos cualquier estupidez y cuando todos se la crean aseguramos tener la solución a ese problema inexistente.

-Exacto.

-¿Y por qué no buscamos soluciones a problemas reales? -dijo el cuarto y último asesor antes de que los otros tres le desintegraran con la mirada.

-Los problemas reales requieren de soluciones reales -respondió el primero-. Eso significa trabajo, tiempo, recursos… Y el riesgo de fracasar y quedar mal ante toda la ciudadanía. Los problemas ficticios en cambio… Contra esos somos infalibles.

-Es una idea extraña, pero puede que funcione -dijo el candidato sin demasiada convicción-. ¿Pero qué podemos inventar que les aterrorice? ¿Un virus mortal, un desajuste climático de consecuencias devastadoras, un meteorito asesino?

Todos quedaron en silencio pensando en una posibilidad plausible hasta que el tercer asesor se levantó como impulsado por un resorte.

-¡Dinosaurios!

-¿Dinosaurios? -repitieron los demás, casi al unísono.

-Dinosaurios. Son grandes, fuertes, invencibles… No existe nada que despierte tanto horror en los corazones de la gente que la idea de toparse con un dinosaurio por la calle.

-Pero si los dinosaurios se extinguieron hace millones de años. ¿Quién va a creerse eso? -el candidato a la presidencia ya veía esfumarse sus ilusiones de ganar, incluso de perder de forma digna, tras la absurda propuesta.

-¿Quién dice que se extinguieron? Puede que sigan viviendo en cavernas inexploradas, bajo el hielo de la Antártida, que científicos locos los estén creando… -el tercer asesor, hasta el momento calmado y silencioso, iba cogiendo fuerza en su discurso y su tono se volvió tan solemne y motivador que obligó a los demás a callarse y aceptar su propuesta.

-Probemos con los dinosaurios entonces. ¿Qué podemos perder? -sentenció el candidato dando por terminada la reunión.

Los tres asesores supervivientes salieron de la sala y se pusieron a trabajar en la nueva campaña mientras el candidato a la presidencia miraba el montoncito de ceniza en que se había convertido el cuarto asesor, dándose cuenta de que aquello de la desintegración no había sido una metáfora como en un principio había creído.


02.

En un tranquilo parque infantil del centro de la ciudad todo transcurre con normalidad. Una madre observa feliz a sus dos pequeños compartiendo el tobogán mientras dos padres hablan de algo junto a la fuente y una pareja de jóvenes enamorados se dan arrumacos medio escondidos tras un seto perfectamente recortado. Pero de pronto algo altera la paz idílica del momento. Una ligera vibración regular que poco a poco se intensifica. Todos miran extrañados a su alrededor hasta que la madre detecta unas ligeras ondas en el vaso de agua de su pequeño y entonces aparece; un tiranosaurio rex sale de entre los árboles rugiendo y destrozando todo a su paso. Los padres huyen despavoridos, el enamorado empuja a la chica a las fauces del reptil para poder huir y la madre no puede hacer otra cosa que abrazar a sus pequeños mientras el dinosaurio termina de tragar su primer bocado y se dirige hacia la familia abriendo las fauces, mostrando sus enormes dientes ensangrentados y fundido a negro.


-¿Y bien? -dijo el primer asesor plantado ante la pantalla que acababa de proyectar el nuevo spot de la campaña electoral.

-Bueno… -comenzó a decir el candidato, con la piel blanca como el papel clorado-. ...es impactante, sin duda. Pero sigo dudando sobre la credibilidad del mismo.

-Eso no va a ser ningún problema -respondió el segundo candidato-. Llevamos un par de semanas inundando periódicos, televisiones y publicaciones digitales con noticias sobre avances genéticos y científicos dispuestos a reproducir a animales extintos.

-¿Y creéis que será suficiente? ¿Por qué la gente debería creer que esos supuestos científicos tienen intención de soltar por el mundo a carnívoros gigantescos por que sí?

-Hemos dicho que esos científicos son de países donde… tienen la piel más oscura que nosotros.

Nadie se atrevió a decir nada al respecto, pero su silencio confirmó que no había fallas en el plan.


03.

Los primeros escrutinios de la noche confirmaban que el ascenso del partido neocentrista era imparable. Si esto seguía así iban a conseguir una mayoría absoluta tan aplastante, que sus rivales políticos se quedarían sin espacio en el congreso y tendrían que ver los plenos desde los aseos.

El candidato y sus tres consejeros celebraban la ya inminente victoria con champán y profiteroles.

-¿Y ahora qué? -preguntó el candidato con cierta ironía-. ¿Como nos libraremos de todos esos dinosaurios?

-Muy sencillo, presidente -dijo el segundo consejero sin soltar la copa-. Primero deberemos crear un equipo militar de élite entrenado en la localización, caza y eliminación de saurios. Habrá que recortar un poco los presupuestos de sanidad y educación, pero nadie protestará. Tendrán demasiado miedo a los dinosaurios.

-Miedo al miedo -dijo alegre el candidato.

-¡Fobofobia! -le corrigió el tercero.

-Por supuesto, esos presupuestos estarán algo hinchados, así que si sobra algo de dinero tendremos que guardarlo a buen recaudo… ¡En nuestras cuentas bancarias extranjeras! -dijo el primer consejero con alegría.

Y así se hizo la risa y el alborozo hasta que alguien llamó a la puerta y entró en la sala con cara de susto.

-Señor futuro presidente… -dijo tímidamente el mensajero-. ...tenemos un problema. Un barco proveniente de la Antártida acaba de llegar al puerto y en su interior se oían extraños sonidos y rugidos monstruosos. Una patrulla de la policía local ha entrado a investigar pero no han salido. La última comunicación por radio hablaba de enormes reptiles con dientes como espadas. ¿Qué hacemos?

El ya técnicamente presidente del país buscó con la mirada a sus tres consejeros, pero éstos ya habían saltado por la ventana.

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