viernes, 14 de febrero de 2014

Otra coseja de fútbol y así.

¿Os he hablado alguna vez de mi tempestuosa relación con el deporte? ¿SI? ¿Pero más de 1000 veces? ¿No? Pues allá voy.

Resulta que ya desde muy crio, el deporte, así en general, no era lo mio; y no sabría decir por qué; no era un niño gordo ni deforme de forma inmediatamente aparente, pero no sé, no me iba la cosa de moverme de forma más o menos coordinada. Y no habría tenido problema alguno en mi vida de no ser por el colegio, donde por algún sádico motivo nos obligaban a practicar deporte como si no fuera suficiente con que el maltito edificio estuviera construido en la parte más alta del pueblo. Y no me gustaba. Pero lo peor, peor, peor, era el (puto) fútbol (demierda). Se podían hacer muchas cosas en la vida del deporte y en algunas de ellas yo era incluso mediocre (era capaz de correr a considerable velocidad y esquivar objetos lanzados contra mi con relativa soltura), pero mi cerebro era ( y sigue siendo) completamente incapaz de comprender las reglas más elementales del deporte rey (rey de los gilipollas) y ni hablar de su jerga o florituras. Pero claro, había dias de "gimnasia libre" que significaban que todos los que teníamos pene estabamos obligados a jugar a futbol durante una hora y ahora bajará dios y me explicará qué tenía eso de libertad y/o de gimnasia.

Y allí estaba yo: Formando a la espera de que los capitanes de los dos equipos hicieran la selección de personal, quedandome siempre último debido a mi amazing propiedad de no contar como un ser humano a la hora de equilibrar los equipos; es decir, que si eramos impares daba igual porque yo no contaba para nada. Una vez empezaba el partido yo me sentía como un galápago frente a un tablero de ajedrez y mi táctica de juego consistía en situarme en el centro dle campo, por parecerme la zona más neutral del lugar, y esperar a que el balón pasara cerca de mi. Algunas veces no pasaba jamás y me permitía disfrutar de una hora de introspección a nivel personal muy interesante, pero otras si me llegaba y todo el mundo me gritaba cosas como "pasa" "marcale" "bolea" o "brubeiker" y en todos los casos, mi único objetivo en ese momento era apartar ese objeto hostil de mi vista. El procedimiento era sencillo, ya veréis.

El Sencillo Procedimiento: Cuando la pelota llegaba a mi, flexinaba mi pierna derecha (la más capaz de mi cuerpo)hacia atrás, hasta que el talón me tocaba la oreja y descargaba un puntapié con todas mis fuerzas con variadas consecuencias. 1: Pisar la pelota y caerme 2: Fallar el chut y perder un zapato 3: Perder el zapato y al intentar recuperarlo pisar el balón y caerme. Y 4: Darle al balón. En este último caso, había que tirar los dados de artillería y dispersión y ver en qué dirección y a qué distancia caía el esférico.
Las flechas indican la dirección y los números la distancia. Por si no lo sabíais.

Lo normal era que la pelota saliera disparada del campo en cualquier dirección imaginable y que todos me gritaran muy enfadados cosas como: "Pero qué haces" "Pero donde chutas" "Pero tu con quién juegas" o "Brubeiker", momento previo al de obligarme a ir a buscarla. Y eso era bueno, ya que eso me permitía salir un momento del campo y abstraerme en la frondosa frondosidad del resto del patio y admirar la vistosa vistosidad de las aves silvestres. Hasta que todos me gritaban que devolviera el balón al campo y volvía al sencillo procedimiento del principio del párrafo anterior, lo que necesariamente no significaba que el balón regresara al campo como ellos querían y recibía más malas palabras y humillaciones varias.
Puede que éste fuera el motivo por el que las niñas no jugaban a fumbol
Y mientras todo este rollo pasaba, no podía dejar de preguntarme el porqué yo no podía ir con las niñas a saltar a la comba, jugar con aros de plastico o lo que quiera que hicieran las niñas, que seguro que no era fútbol. La culpa de todo era del profesor de gimnasia que era un inepto y no se daba cuenta de que mis aptitudes no eran esas. Ni esas, ni ningunas. A veces a dia de hoy me planteo que si tuviera una máquina del tiempo, viajaría hasta esos dias y le daría de collejas al inútil ese hasta acabar con su vida.

3 comentarios:

  1. Yo también era de a los que se les daba mal el fútbol. O no me gustaba. O no me gustaba porque se me daba mal. O más probablemente, se me daba mal porque no me gustaba.

    El fútbol es un rollo. Podría ser otro deporte inocente más (como por ejemplo, el salto de longitud), y entonces lo veríamos como algo inocuo, que incluso apetecería ver a lq hora de echar la siesta en verano. Pero no. Las mil capas que se le han ido dando (circo, elemento de selección escolar, pertenencia a un clan, mecanismo psicológico de evasión, identificación y mil más, arma de distracción masiva. ..) lo han convertido en un monstruo siniestro, embobecedor, corrupto, idiotizante, inmoral.

    Me repugna ver en el trabajo a compañeros que consciente o inconscientemente repiten actitudes que ven en el partido del finde. Me repugna ver al padre que tortura a su hijo en el parque vociferando para que chute como se debe. Me repugna imaginar que esas escenas de marginación en el patio escolar se siguen repitiendo.

    Supongo que en algún momento fue un deporte noble. Hoy día, me parece algo perverso.

    Hay un artículo muy bueno de Carl Sagan que explica algunas razones por las que el fútbol y los deportes de equipos en general suscitan las pasiones que suscitan.

    Lo siento. No me gusta el fútbol. Normalmente lo ignoro y ya está. Pero a veces pienso en lo dicho y me exaspero.

    CdP

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    1. Aparte de que en el fondo es bastante aburrido. Quizá precisamente por eso ha habido que ir adornandolo con tonterias de equipos, marujeos, la vida personal de los payasos y niñatos de jugadores, etc....

      Otros deportes son más emocionantes, divertidos y .... deportivos (se supone que el deporte o quizá la competición tenía cierta faceta de superación, esfuerzo, etc).

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    2. Joder. No me acordaba ni de que había escrito esta entrada.
      Gracias por comentar.

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