miércoles, 16 de marzo de 2016

Regalos de mierda (12 de 284)



En una reunión familiar previa a semana santa. Todos comen paella (o cocido, según la zona) ríen y beben alegres, hasta que el niño golpea delicadamente una copa de cristal de bohemia con su tenedor e induce a todos al silencio.
-Mamá… -Comienza a decir con algo de vergüenza.
-¿Si hijo? –Responde ella amorosamente.
-Ya sé que quiero ser de mayor.
-Oh, qué bien. Ya te has decidido. Dime.
-Quiero ser… -El niño titubea pero al final se llena de valor y lo suelta. -¡Entomólogo!
Se hace el silencio en la sala; algo que no deja de ser sorprendente pues ya he dicho antes que el silencio ya se había hecho cuando lo de la copa. Estamos pues, ante el típico aunque inusual caso de “silencio sobre silencio”.
-¿Entomólogo? –Exclama la madre mientras abanica a la abuela (la del niño, no la suya que ya murió) tras sufrir un desmayo por la noticia. -¿Eso de los bichos? ¡Jamás! Tú tienes que ser taxista, como tu padre.

En ese momento el padre, que había estado todo el rato jugando al Robocop con una Gameboy adquirida en una tienda de segunda mano, levanta la cabeza y parece dispuesto a decir algo, pero como si una sombra terrible cruzara su mente, queda pensativo en su rincón, callando lo que revelaré al final de esta historia.

-Mamá, me dijiste que podía ser lo que quisiera en esta vida y que no tenía límites y que yo valía para todo y…
-Para eso no. –Le interrumpe la madre, que cansada de abanicar, había dejado caer la cabeza de la abuela, emitiendo un sonoro “clonc” contra el suelo. –En esta casa… NO.
Tal negación de una profesión tan sacrificada pero ilusionante para el niño, hace que éste salga corriendo hacia su cuarto, dejando en el suelo dos rastros paralelos de lágrimas que delatan claramente su destino. Después de eso, y con la fiesta amargada, todos vuelven a sus casas, excepto la abuela, cuyo cadáver es deslizado bajo la alfombra y el padre, que sigue en su rincón.

Por la noche, sin embargo, la madre no puede dormir; se revuelve en su cama con el remordimiento devorándole las entrañas. Su hijo no merece eso, piensa. Si quiere equivocarse en la vida y estudiar bichos y perder el tiempo abriéndolos para ver que tienen dentro, es su decisión. Arrepentida, se dirige al cuarto del niño con una linterna y le golpea la cabeza con ella.
-¿Qué pasa ahora mamá?
-Dime, hijo mío… ¿Cuál es tu insecto favorito?
-La tarántula. –Dice él medio dormido.
-Eso no es un insecto. Técnicamente es un arácnido. Los insectos tienen tres pares de patas y…
Pero antes de que termine la frase, el crio ya se ha vuelto a dormir y ella sabe qué tiene que hacer. Se envuelve en su capa negra y sale a la calle en dirección al bazar chino, donde acostumbrados ya a sus incursiones nocturnas, le dejan la puerta abierta y todo.
A la mañana siguiente, justo cuando el niño baja a almorzar, la madre le espera con una sonrisa. Él ya sabe qué significa eso, por lo que no espera nada bueno cuando abre el regalo que se encuentra al lado del vaso de leche.


Con la cabeza tan baja que la frente le rebota contra los escalones cuando sube de nuevo a su cuarto, el niño piensa que jamás saldrá de ésta. El padre, en cambio, todavía en su rincón, proyecta por fin un pensamiento: “¿Taxista? Yo no he conducido un taxi en toda mi vida.” Y mira a la madre y jura descubrir su secreto aunque le cueste la vida.

PD: Y es así como esta sección llamada “Regalos de mierda” va a dividirse en un nuevo relato llamado “La saga de El Padre” que relatará su descenso a los bajos fondos en busca de la verdad. Esperad un relato sórdido, sucio y violento, lleno de traición, mentiras y verdades que quizás estaban mejor ocultas en la sombra. Vosotros esperad eso, que luego ya veremos qué me sale.

PD2: Entrada dedicada a Giga Trol, por el aporte colaborativo, y a Master Golum por demostrarme que ser Entoólogo no está reñido con ser buena persona.

6 comentarios:

  1. Me parto.
    Espero anhelante las "secuoyas" y ver como el taxista descubre quienes somos.
    Esta familia me gusta cada vez más. Bueno, a la madre la odio un poco.

    ResponderEliminar
  2. Weeee gracias por la dedicatoria, atento estaré a la secuela del padre de mierda, aunque la madre en si y su psiquiatra tabién se la merecen

    ResponderEliminar
  3. A mi me fascina la investigación que realizas para encontrar fotos de regalos de mierda... ;)

    ResponderEliminar
  4. Genial lo de "yo no he conducido un taxi en mi vida"...

    ResponderEliminar
  5. Gracias a todos por vuestros comentarios y apoyo incondicional. Prometo no defraudaros en el futuro.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sabes que lo harás pero no nos importa (es lo que le diría el niño a su madre).

      Eliminar