En una
reunión familiar previa a semana santa. Todos comen paella (o cocido, según la
zona) ríen y beben alegres, hasta que el niño golpea delicadamente una copa de
cristal de bohemia con su tenedor e induce a todos al silencio.
-Mamá…
-Comienza a decir con algo de vergüenza.
-¿Si
hijo? –Responde ella amorosamente.
-Ya sé
que quiero ser de mayor.
-Oh, qué
bien. Ya te has decidido. Dime.
-Quiero
ser… -El niño titubea pero al final se llena de valor y lo suelta.
-¡Entomólogo!
Se hace
el silencio en la sala; algo que no deja de ser sorprendente pues ya he dicho
antes que el silencio ya se había hecho cuando lo de la copa. Estamos pues,
ante el típico aunque inusual caso de “silencio sobre silencio”.
-¿Entomólogo?
–Exclama la madre mientras abanica a la abuela (la del niño, no la suya que ya
murió) tras sufrir un desmayo por la noticia. -¿Eso de los bichos? ¡Jamás! Tú
tienes que ser taxista, como tu padre.
En ese momento
el padre, que había estado todo el rato jugando al Robocop con una Gameboy
adquirida en una tienda de segunda mano, levanta la cabeza y parece dispuesto a
decir algo, pero como si una sombra terrible cruzara su mente, queda pensativo
en su rincón, callando lo que revelaré al final de esta historia.
-Mamá,
me dijiste que podía ser lo que quisiera en esta vida y que no tenía límites y
que yo valía para todo y…
-Para
eso no. –Le interrumpe la madre, que cansada de abanicar, había dejado caer la
cabeza de la abuela, emitiendo un sonoro “clonc” contra el suelo. –En esta casa…
NO.
Tal
negación de una profesión tan sacrificada pero ilusionante para el niño, hace
que éste salga corriendo hacia su cuarto, dejando en el suelo dos rastros
paralelos de lágrimas que delatan claramente su destino. Después de eso, y con
la fiesta amargada, todos vuelven a sus casas, excepto la abuela, cuyo cadáver
es deslizado bajo la alfombra y el padre, que sigue en su rincón.
Por la
noche, sin embargo, la madre no puede dormir; se revuelve en su cama con el
remordimiento devorándole las entrañas. Su hijo no merece eso, piensa. Si
quiere equivocarse en la vida y estudiar bichos y perder el tiempo abriéndolos
para ver que tienen dentro, es su decisión. Arrepentida, se dirige al cuarto
del niño con una linterna y le golpea la cabeza con ella.
-¿Qué pasa
ahora mamá?
-Dime,
hijo mío… ¿Cuál es tu insecto favorito?
-La
tarántula. –Dice él medio dormido.
-Eso no
es un insecto. Técnicamente es un arácnido. Los insectos tienen tres pares de
patas y…
Pero
antes de que termine la frase, el crio ya se ha vuelto a dormir y ella sabe qué
tiene que hacer. Se envuelve en su capa negra y sale a la calle en dirección al
bazar chino, donde acostumbrados ya a sus incursiones nocturnas, le dejan la
puerta abierta y todo.
A la
mañana siguiente, justo cuando el niño baja a almorzar, la madre le espera con
una sonrisa. Él ya sabe qué significa eso, por lo que no espera nada bueno
cuando abre el regalo que se encuentra al lado del vaso de leche.
Con la
cabeza tan baja que la frente le rebota contra los escalones cuando sube de
nuevo a su cuarto, el niño piensa que jamás saldrá de ésta. El padre, en
cambio, todavía en su rincón, proyecta por fin un pensamiento: “¿Taxista? Yo no
he conducido un taxi en toda mi vida.” Y mira a la madre y jura descubrir su
secreto aunque le cueste la vida.
PD: Y
es así como esta sección llamada “Regalos de mierda” va a dividirse en un nuevo
relato llamado “La saga de El Padre” que relatará su descenso a los bajos
fondos en busca de la verdad. Esperad un relato sórdido, sucio y violento,
lleno de traición, mentiras y verdades que quizás estaban mejor ocultas en la
sombra. Vosotros esperad eso, que luego ya veremos qué me sale.
PD2: Entrada dedicada a Giga Trol, por el aporte colaborativo, y a Master Golum por demostrarme que ser Entoólogo no está reñido con ser buena persona.
Me parto.
ResponderEliminarEspero anhelante las "secuoyas" y ver como el taxista descubre quienes somos.
Esta familia me gusta cada vez más. Bueno, a la madre la odio un poco.
Weeee gracias por la dedicatoria, atento estaré a la secuela del padre de mierda, aunque la madre en si y su psiquiatra tabién se la merecen
ResponderEliminarA mi me fascina la investigación que realizas para encontrar fotos de regalos de mierda... ;)
ResponderEliminarGenial lo de "yo no he conducido un taxi en mi vida"...
ResponderEliminarGracias a todos por vuestros comentarios y apoyo incondicional. Prometo no defraudaros en el futuro.
ResponderEliminarSabes que lo harás pero no nos importa (es lo que le diría el niño a su madre).
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