La
habitación estaba oscura y en silencio. El niño, acostado en la cama desde
hacía días, miraba los cuadraditos de luz de la persiana bajada, maldiciendo su
brillo por recordarle que allí afuera la gente seguía viviendo sus vidas, como
si nada.
Todavía
recordaba la humillación sufrida por el regalo de mierda 10 y por ello no pensaba
volver a ver la luz del Sol. Se convertiría en un Hikkomori de esos, ermitaño
de su propio espacio y ajeno al mundo exterior.
Pero de
pronto sus ojos aletargados captan un movimiento furtivo en su habitación. Una
sombra cruza desde la puerta entreabierta hasta las cortinas con la velocidad y
el sigilo de un ninja, y de pronto la persiana se levanta de golpe, con un solo
tirón de correa, y la luz inunda el cuarto. El niño, cegado y asustado, se
cubre los ojos con las manos y sisea de dolor como un vampiro sorprendido por
el mediodía y cuando se repone, ve la silueta de su madre recortada contra la
ventana.
-¡Mamá,
que haces! –Le grita. –Déjame vivir mi nueva vida.
-Ya
verás cómo te alegras con lo que te he traído. –Le dice ella sonriente. –Un juego
de esos de unir los puntos y adivinar el personaje.
El niño
se queda pensativo por un instante, y ella prosigue.
-Sé que
te gustan mucho y eso va a estimular tu
inteligencia y tus dotes deductivas y…
-Vale,
vale, mamá. Dame el juego ese y un lápiz y veré si lo puedo adivinar…
La
mirada acusadora del niño hace que la madre agache la cabeza y salga de la
habitación otra vez. Él se levanta de la cama y va a bajar de nuevo la persiana,
pero descubre que su madre la ha levantado tan a lo loco que ésta se ha pasado
de vueltas y ya no volverá a bajar nunca más. El niño se viste y se dispone a
continuar con su antigua vida.
Esta me la se! Es el hombre sapo!
ResponderEliminarel hombre ya!!!
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