lunes, 24 de septiembre de 2018

De alcachofas y aceptación.


Sábado por la mañana. Me pongo mis tejanos ajustados, mis botas de cuero, camiseta de Black Sabbath y las gafas de sol. Salgo a la puerta y compruebo que hace un aire suficiente para mover mis rizos salvajes y se empiezan a oír suspiros y ovaciones de las vecinas que me ven aparecer. El rey del barrio ha salido de su guarida; el macho alfa, el dios que camina entre mediocres. Despliego el carrito de la compra y me voy al mercado.

Parece que voy a tener suerte porque todavía es pronto y no hay mucha gente. No me gusta hacer colas porque las viejas que van a comprar siempre se cuelan y si les dices algo responden que están mareadas o despistadas o lo que sea para dar pena... y la dan. Pero se cuelan las muy... El mercado está poco concurrido y aprovecho para pasar por la carnicería donde siempre me atiende un carnicero atractivo y experto en Dragones y Mazmorras con lo que es doblemente agradable hablar con él, después paso a los encurtidos donde un buen día y sin un motivo aparente la encurtidora me puso mala cara y ya se quedó así para siempre y finalmente voy a la frutería/verdulería que siempre dejo para el final por ser lo normalmente menos saturado. Saludo al frutero/ verdulero, pido lechuga, tomates, patatas y pimientos y al final, antes de cerrar el trato me fijo en las alcachofas y le digo que me ponga cuatro o cinco. Y he ahí mi error.

El hombre se acerca al cesto de las alcachofas agarra cinco y al sacarlas para pesarlas me doy cuenta de que el tallo de las mismas mide como un palmo y medio, con hojas y todo y eso no me gusta nada...

-Oiga, señor frutero/ verdulero... ¿No me está pesando mucho “troncho”?
-Las alcachofas son así. Tienen tallo porque son vegetales que...
-Ya, ya sé lo que son y si yo fuera una cabra seguro que no me importaría, pero cuando preparo las alcachofas en mi casa desecho esa parte y por ello no me parece justo que usted me lo ponga y me lo pese como si me lo fuera a comer.
-Claro pero tengo que hacerlo así porque.... (preparando frase solemne) ¡Hay gente a la que le gusta!

Y frente a semejante argumento me quedo sin palabras, agacho la cabeza y me llevo mi bolsa de fibras vegetales rematadas de alcachofa. Vuelvo a mi casa, guardo las cosas, me tomo una infusión de escaramujo con madroño y de pronto me pongo a pensar, como si un rayo de luz divina me hubiese alumbrado.

“Hay gente a la que le gusta”

Esa frase aparentemente inofensiva guarda en realidad un significado más oscuro y nocivo. Diciendo que a otros les gusta dicen que tú eres el raro que debería adaptarse; que eres tú quien debería aceptar y pasar por el aro. Si a otros les gustan los tronchos insulsos de alcachofa, tú debes pagar por ello y si ese frutero hubiese tenido clientes aficionados a la coprofagia perfectamente podría haber pesado unas mierdas y haberlas metido en la bolsa con el resto de compra. Porque si a otros les gusta tú tienes que tragar.

Y es así como nos cuelan corridas de toros en la tele, partidos de fútbol en la sopa y garbanzos mil veces más duros que nuestras muelas en las bolsas de frutos secos variados. Es así como se escucha reguetón en la radio, misa los domingos y sube el recibo de la luz. Y es así como nos venden medicinas en lugar de remedios y crisis en vez de oportunidades de cambio.

Aceptar la razón de los demás frente a la propia no es el modo de avanzar ya que precisamente la razón es algo que depende del punto de vista y del momento vital de cada uno; pero ya se sabe que es mejor meter a las ovejas en el redil, marcadas con una anilla en la oreja, a dejarlas sueltas por el bosque a merced de lobos y cazadores.
Quizás debamos aceptar que la razón es siempre la que nos imponen y que el individualismo no es garantía de nada. Quizás debamos acabar comiendo tallos para que otros coman alcachofas porque es así como funciona el mundo.

Pero una cosa sí que la tengo clara: Mi frutero ha perdido un cliente.

5 comentarios:

  1. Como nunca compro alcachofas no te sé decir si es normal pesarlas así o no, pero lo que sí te puedo decir que lo que no es normal ni por asomo es que te las de así. Si él (el frutero) las ha comprado al peso e incluían sus enormes tallos tiene lógica que cuando te las venda lo haga con los tallos, pero luego lo lógico, y más si le has dicho que no te gustan, es que te corte los tallos y te de una bonita bolsa con 4 alcachofas listas para ti. El resto es flojera y caradura, haces muy bien en cambiar de frutería, que seguro que alguno será más cuidadoso.

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    1. De lo de pasar por el aro y tal, ya otro día, que es lunes y se me ve venir...

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  2. ¡sé fuerte J! Espero que puedas afrontar bien el cambio de suministrador de verduras.

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  3. Després de fer un fiu fiuuuuuuuuuuuuuuuu dedicat a la primera frase, aplaudeixo el final de l'article, perquè tens tota la raó del món. Un petó des de Cambrils!

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  4. Yo de todo el post me voy a quedar con la parte que me ha sorprendido más (y espero q no le moleste a nadie). Te ha respondido una chica, eso es claramente una muestra de que el blog se esta diversificando, pluralizano o homegenizando. No se si esto lo hace más mediocre o menos, pero es un cambio ¿Puede que sea la primera a parte de I. que comenta por aquí? Y aun así me voy a quejar de la constante falta de tetas a la que nos tenias acostumado, aunque ello haya dado sus frutos.

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