lunes, 5 de diciembre de 2011

Queridos niños y niñas, hoy voy a contaros la historia de un príncipe que una vez alcanzada la tercera edad tuvo que tomar una importante decisión. Está basado en una historia real que pude conocer de primera mano y a la que he adornado ligeramente para darle un tono más ameno. Espero que la disfruteis.

El príncipe jubilado
Cuenta la leyenda, que en un país muy muy cercano (España) vivía un príncipe jubilado. Antaño bello y galán, el príncipe jubilado languidecía de soledad y tristeza en un palacio que le quedaba grande sin princesa ni corcel.
Por eso un buen día se le ocurrió hacer venir a una doncella de tierras lejanas (América del Sur) para que se encargara de todas aquellas tareas que él mismo no podía abarcar.
La doncella arribó y cuando conoció al príncipe jubilado mostró un inesperado interés en él. Y pasaban noches hablando sobre gestas de su juventud, sobre hazañas caballerescas y duelos vencidos con honor. Y la doncella se enamoró de él, prometiéndole que siempre estaría a su lado sin importarle la edad ni las lenguas envenenadas de cuantos conocieran su historia de amor.
Y así pasó el tiempo el príncipe, entre nubes de pechos turgentes y nalgas firmes, labios esponjosos y palabras dulces. Y prometió a la doncella que todo cuanto tenía sería suyo; palacio, oro y joyas. Y las semanas y los meses pasaban y el príncipe se sentía en un sueño.
Pero los descendientes del príncipe no eran tan felices pues sospecharon desde el principio que la doncella no era sino una bruja que mantenía al príncipe bajo un hechizo con el fin de poseer todo cuanto él había ganado durante su vida y que era a ellos a quienes debía pertenecer por linaje familiar.
Y el hechizo debía ser poderoso pues el príncipe jubilado no atendía a razones ni a las palabras de los de su misma sangre y solo tenía ojos para su doncella y oídos para su voz.
Fue entonces cuando sus familiares, alarmados por tal comportamiento y viendo que el príncipe había pasado por el notario a modificar su testamento, decidieron interceptar la correspondencia que la doncella enviaba periódicamente a su país. Y al abrir la carta vieron, escrito de su puño y letra como ésta contaba a su familia sus intenciones de encandilar al viejo para quedarse con toda su fortuna y poder traer a su marido e hijos aquí, a vivir como reyes.
Cuando la carta llegó al príncipe éste enfureció y mandó de vuelta a la bruja al lugar de donde había venido y volvió a quedar solo, triste y gris, por el resto de sus días.
Una vez fallecido todas sus pertenencias quedaron en poder de sus descendientes, quienes las repartieron sabiamente y las disfrutaron por el resto de sus días.


Como podeis ver, podemos sacar varias conclusiones y moralejas varias de este cuento; Como que ojos que no ven corazón que no siente, o si es más importante vivir feliz el resto de la vida o hacer justicia con tus descendientes. Pero yo, la conclusión que saco es que si alguna vez necesito una cuidadora la elegiré rusa; están mas buenas y si alguien intercepta una carta suya no va a entender ni papa.

2 comentarios:

  1. Gran conclusión: yo también elegiré una rusa, ya que nadie de mi familia lee en cirílico ^^

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  2. La srusas son de lo mejorcito ahora mismo, hasta que se conviertan en superpotencia mundial y seamos nosotros sus asistentes.

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