sábado, 1 de octubre de 2011

El incidente de Belén (Prologo)

Como se acercan fechas navideñas (si, acaba de empezar octubre, ya lo sé, pero acercarse se acercan), voy a ilustrar este blog con la leyenda de los tres reyes magos de oriente. ¿Como, que suena cutre? Por supuesto.
Cuenta la leyenda que hace ya más de 2000 añacos, en algún lugar de oriente vivían tres reyes... magos. No se sabía si realmente tenían poderes sobrenaturales o eran aficionados al "Magia Borrás", pero la cuestión es que un buen dia se les apareció un enviado de dios y les dijo que debían ir hasta Belén, donde nacería el futuro rey de los judíos y que debían ir a mostrar sus repetos y de paso llevarle algún regalito. Los reyes recibieron la noticia con algo de asco y pereza, pero dios es dios y no interesa cabrearle, así que cogieron sus camellos y partieron.
Los tres reyes cruzaron montañas y desiertos siguiendo siempre la luz de una estrella que les guiaba. Algunos expertos actuales dicen que la estrella era un cometa que pasa cada cierto tiempo pero la conclusión que yo saco es que, o bien el cometa iba muy despacio o los camellos corrían que se las pelaban. Pero lo importante es que llegaron a un humilde pesebre donde una mujer acababa de dar a luz a un niño junto a su marido, un burro y una vaca. Los reyes se alarmaron al ver tal situación de insalubridad, pero la masiva afluencia de gentes de la zona les impedían llegar hasta el lugar.
Y allí estaban ellos: Melchor (jóven y de larga melena negra), Gaspar (el rubiales con pinta de interesante) y Baltasar (el negro bien vestido), tres reyes entre una multitud de pastores, campesinos, ovejas y miseria, esperando su turno para darle tres regalitos a un bebé que ni les iba ni les venía. Y claro, eso hace perder los nervios a cualquiera. Y eso desencadena la parte menos conocida y que a mi más me gusta de la leyenda y que le da, a mi parecer, algo de credibilidad.
Se dice que en medio de tal caos pastoril, Melchor, que era un tio robusto y decidido, abrió un camino entre la gente a base de codazos, empujones y patadas voladoras hasta llegar al portal. Se cuenta que un angel lo vió y corrió (o voló) a contarselo a dios y que éste, como castigo, encaneció el cabello de Melchor, dandole el aspecto de un anciano.
Podría haber sido peor conociendo cómo se las gastaba dios por esas fechas. Podría haber sido alopecia.

2 comentarios:

  1. Madre mía qué imaginación más buena tienes..., tengo que reconocer que no está mal y me recuerda a algunos de tus "ensayos", deberías escribir aquí alguno...

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