martes, 4 de octubre de 2011

Alimentación (Paternidad parte 4)

Los hábitos alimentarios humanos cambian radicalmente en el proceso de la paternidad es un hecho; Pero que nadie crea que es algo gradual e imperceptible que produce sutiles cambios en la forma en la que el cuerpo metaboliza los alimentos, que va. Se trata de un cambio radical y repentino que produce cambios drásticos y visibles (a mal por supuesto) en el pobre individuo.
Todo comienza al principio del embarazo, incluso antes dependiendo de la mujer, cuando ciertos alimentos le son privados a ella y, por simpatía también al padre. Claro, no e splan de que ella no pueda probar el embutido y tu te zampes un bocata de jamón en su cara. ¿Y si sale el niño con una mancha en forma de jamón en la frente?
Más tarde la cosa cambia. la embarazada comienza a tener "antojos", una especie de caprichos cruciales que deben ser satisfechos a cualquier precio y a cualquier hora. ¿Que la mujer quiere fresas con nata a las cinco de la mañana? Pues a correr al chino 24h no sea cosa que el niño salga con una fresa con nata en el culo.
Pero al nacer... eso si que es alimentarse de mala manera. Cuando salió mi hija sólo recuerdo hacer pizzas, lasañas congeladas y otras cosas precocinadas. la falta de tiempo era tal que perder media hora haciendo cualquier plato era imposible. A los 15 dias mi sistema digestivo era un estercolero. Creo que sería una buena idea que alguien inventara algún tipo de pienso para padres; Servido en sacos de cinco Kg y con aroma a suavizante, para que mientras los abnegados padres se lo comen sin apenas masticar, tengan la sensación de que están en la cama con sábanas recién lavadas.
Pero lentamente parece que las cosas van a su sitio de nuevo. La niña comienza a ser una personita, se distrae sola, deja respirar y regresan los platos elaborados, la verdura y las legumbres pero quién me iba a decir a mi que lo peor estaba por llegar. Y es que una de las funciones del padre es comerse los restos dejados por su progenitor. Flanes caducados, yogures calientes, zumos con babas, cosas varias de dudoso aspecto y "está bueno pero me dá no se qué darselo a la niña, anda y cometelo tu" varios.
Actualmente no sé con certeza cuales son las consecuencias de este último hábito. Siento un pequeño picor en la parte baja de la espalda y al tocarme tengo la sensación de que me está saliendo un tentáculo. Lástima que no me haya salido en la parte de delante.

5 comentarios:

  1. Muchos amig@s me comentan lo mismo, que cuando llegan los hijos los hábitos y costumbres aprendidas en la juventud sobre la higiene y la manipulación de alimentos desaparecen (totalmente) con la llegada de esos locos bajitos :O

    Me ha gustado tu reflexión sobre la alimentación una vez iniciada la extraña y exótica etapa vital conocida como "paternidad" :)

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  2. Este hombre es puro drama, sí que lo pasamos mal los primeros meses porque no había tiempo de hacer nada, sólo teta/bibe y llanto, mucho llanto..., pero por comerte ahora algún yogurcillo caliente o beberte un vaso de leche vieja..., tampoco es para tanto. Lo que no te mata te hace más fuerte, no??

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  3. O te mata, o t ehace más fuerte o te altera el ADN y te conviertes en un mutante.
    Parece mentira que hayas visto tan pocas peliculas de serie B ochenteras.

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  4. Creo que lo que te está saliendo en la parte baja de la espalda no es un tentáculo. Dependiendo de la altura igual hasta puede ser una almorrana.

    Para que te tranquilices te contaré una historia: a mi padre, padre de cuatro, le entusiasma la comida caducada. Su afición comenzó allá a principios de los 80 con el nacimiento de su primogénita, o sea yo, y ha ido aumentando con cada nuevo hijo. Cuando queremos tirar algo a la basura porque por su estado de putrefacción consideramos que podría llegar a matarlo, lo tenemos que hacer a escondidas.

    Cariñosamente le llamamos "El camión de la basura", sé que suena un poco fuerte, pero es que pretendía ser un toque de atención, como los anuncios de la dgt, pero no le afectó en absoluto, hasta creo que le hace gracia.

    Hace tres semanas le regalaron un pan de pueblo de dos kilos. Ahora está completamente azul por la parte de atrás y más duro que una piedra, si te cae en un pie te lo rompe, pero él todas las noches se come un trocito. En ocasiones, incluso lo combina con algún otro alimento en mal estado, como el último trozo de chopped que nadie quiere o cosas por el estilo. No deja que nos acerquemos porque sabe cuánto deseamos tirarlo al contenedor.

    Pues bien, a menos que el pecho masculino sea una mutación no se aprecia nada fuera de lo común el él, ni tentáculos, ni branquias, ni nada parecido, eso sí, tiene dos mechoncitos blancos a lo Tormenta. Tampoco se aprecia la aparición de ninguna destreza excepcional o superpoder, predice bastante bien el tiempo que va a hacer de un día para otro, pero eso es bastante habitual en hombres de campo.

    Así que tranquilo, solo corres el peligro de engordar y engordar hasta que tus pechos sean mayores con los de "tu gorila personal" o bien, morir por indigestión entre terribles sufrimientos.

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  5. No es por nada, pero esta historia merece tener su propio blog, anda a ver si tú también te animas y pronto montamos un manicomio!

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